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viernes, 25 de febrero de 2011

Lecciones de Vida De Peru para el Mundo

Luis Quequezana
Esta es una historia contada en el marco del concurso convocado por Interbank "Historias de Tiempo, el tiempo vale más que el dinero" desconozco quien narra la historia, sin embargo la lecciones que se pueden sacar son muchas siendo la más importante su persistencia para lograr su sueño y la visión que tuvo de llevar los sonidos de la música andina de Perú a todo el mundo, es un éxito con lecciones de vida para aprender.
A continuación la historia...y el vídeo para los amigos de Caminos de Vida 

"Hace pocos años dentro de los avatares ordinarios del trabajo conocí una historia que no puedo seguir sin contársela a alguien.
Su nombre es Lucho Quequezana.
La sencillez de su conversación y su carácter amable no despertaron mayor asombro en mí, salvo el de descubrir una persona buena y así fue como con el tiempo llegamos a hacernos amigos.
Pasados unos meses y por curiosidad natural, un día le pregunté a Lucho sobre sus orígenes, de dónde venía, qué camino había tomado su vida hasta que llegó aquí.

Entonces comencé a descubrir la verdad insospechada detrás de Lucho: había nacido en Lima, donde pasó su infancia juguetona de manera ordinaria hasta que su hermano enfermó de asma y toda la familia tuvo que mudar su vida a la ciudad de Huancayo y su aire puro.
Lucho - me lo contó de manera especial – no conseguía hallarse fuera de la capital y los niños de su infancia en Huancayo tenían juegos que no entendía; sobre todo la afición insólita de divertirse en el recreo escolar llevándose zampoñas a los labios y ejecutar piezas simples de música andina.

Sin embargo, por una necesidad urgente de acoplarse a la nueva mancha, Lucho comenzó a aprender la música de los Andes, a hacer de una quena lo que una pelota de fútbol era para un niño de Lima.
Así comenzó su romance con la música peruana, así fue como descubrió de casualidad una pasión de la que nunca pudo desprenderse y alimentó hasta cuando volvió a la capital y, en secreto, por el resto de su vida. Lucho, me lo contó bajo mi incredulidad, había sido un recto estudiante de Administración de Empresas y Comunicaciones.

Lucho se transformó en un aplicado profesor universitario, enseñando en la Universidad Católica a jovencitos lo que había aprendido en las aulas sobre imagen y sonido. 
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Yo misma, confieso, me hubiera plantado a perseguir una vida tranquila y segura en los pasillos de una facultad. Pero cada quien tiene su propio ingenio para plantear sus retos y su propia fuerza, y cuando no locura, para perseguir sus sueños.

Lucho, nadie lo podría adivinar dentro de la comodidad en la que vivía, decidió jugársela por un sueño inconfesado y que fue gestando en silencio desde niño.
Un buen día dijo adiós a los amigos, a su tierra y dijo que se iba al extranjero, a desarrollar un proyecto que nadie entonces entendía bien, que sólo funcionaba en su cabeza y sonaba surrealista por no decir imposible.

A la distancia sus amigos supieron de Lucho por las noticias: de lejos llegaban los cables de un peruano que luego de recorrer miles de kilómetros y ensayar diversos idiomas había concretado el increíble proyecto de enseñar la música peruana a músicos destacados de todas partes del planeta; y que había montado un espectáculo musical que recibía el aplauso unánime de teatros llenos, el asombro de los mejores críticos de música del mundo y el reconocimiento de la Unesco como el mejor proyecto de fusión cultural visto en toda su historia. 

Lucho había logrado que nuestra música - el sonido de los andes, la picardía del festejo y la cadencia del vals costeño - fuera tocada por manos vietnamitas, turcas, chinas, canadienses, venezolanas, colombianas; que los sonidos de nuestro Perú hayan conquistado los corazones y oídos del mundo como pocos y a un nivel tan alto. Lucho sabía que ese sueño infantil no lo dejaría en paz hasta materializarlo, que tenía una deuda pendiente con su pasión real y con la música de su tierra que amaba tanto, y que sentía que debía mostrársela al mundo.

Sólo basta poner su nombre en internet para que cualquier peruano se sienta, no solo orgulloso, si no capaz de hacer posible lo que sea. Así de simple y poderoso, ese fue su sueño, su pequeña obra que fue construyendo a solas hasta que llegó el reconocimiento justo, giras internacionales, premios y luego el interés por el famoso Circo del Sol - quienes no sólo se autoproclaman admiradores de la música de Lucho si no que le pidieron grabar algunos extractos para su espectáculo internacional - y ahora hasta se realiza una película sobre toda esta increíble historia que ya está ganando varios galardones internacionales. 

Lucho vive en Perú, su música da vueltas por el mundo, y lo más importante: darse cuenta que, cuando todo parecía no tener sentido, y sonar imposible, él supo tercamente que el tiempo y la paciencia harían realidad su sueño.
Que el dinero está bien, pero los sueños no se construyen con él y cada hombre tiene la obligación de buscar su felicidad, una felicidad que se levanta de a pocos, día por día."



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