Cuantas veces te has encontrado con alguien a quien has necesitado transmitir un mensaje y después te has sentido frustrada porque no te escuchó o no te prestó la importancia e interés que tu querías o que merecías. Tal vez esto mismo lo has podido hacer con otras personas y no te has dado cuenta, porque así como tratas también te pueden tratar igual. No te dabas cuenta que al estar cerrada en tus sentimientos frente al otro estabas dando señales de desinterés.
La conciencia de uno mismo es la facultad sobre la que se erige la empatía, puesto que, cuanto más abiertos nos hallemos a nuestras propias emociones, mayor será nuestra destreza en la comprensión de los sentimientos de los demás. Sentir con otro es cuidar de él y en este sentido, lo contrario de la empatía es la antipatía.
La antipatía es inconsciente, no es que te propones caer antipático a la primera persona que se cruza en tu camino, lo que sucede es que no logras sintonizar con el otro, tal vez porque no tienes aprendida la habilidad de empatizar. La sintonización constituye un proceso tácito que marca el ritmo de toda relación. Daniel Stern, que estudió este fenómeno con precisión microscópica grabando en vídeo horas enteras de la relación entre las madres y sus hijos, descubrió que, por medio de dicho proceso, la madre transmite al niño la sensación de que sabe cómo se siente.
La sintonización es algo muy distinto a la mera imitación. «Si te limitas a imitar al bebé —comentaba Stern— tal vez logres saber lo que hace pero jamás averiguarás qué es lo que siente. Para hacerle llegar que sabes cómo se siente debes tratar de reproducir sus sensaciones internas. Es entonces cuando el bebé se sentirá comprendido.»
Hacer el amor tal vez sea el acto adulto más parecido a la estrecha sintonización que tiene lugar entre la madre y el hijo. Según Stern, la relación sexual «implica la capacidad de experimentar el estado subjetivo del otro: compartir su deseo, sintonizar con sus intenciones y gozar de un estado mutuo y simultáneo de excitación cambiante»; una experiencia, en suma, en la que los amantes responden con una sincronía que les proporciona una sensación tácita de profunda compenetración. Pero, si bien la relación sexual constituye, en el mejor de los casos, la máxima expresión de la empatía mutua, en el peor de los casos, sin embargo. manifiesta la ausencia de toda reciprocidad emocional. La empatia exige la calma y la receptividad suficientes para que las señales sutiles manifestadas por los sentimientos de la otra persona puedan ser captadas y reproducidas por nuestro propio cerebro emocional.
El Significado técnico de la palabra "empatía" es imitación motriz según la definió por primera vez el psicólogo inglés Edward Bradford. Titchener, una acepción ligeramente diferente del significado original del término griego "empatheia" sentir dentro, que es la expresión utilizada por los teóricos de la estética para referirse a la capacidad de percibir la experiencia subjetiva de otra persona. Titchener sostenía que la empatia se deriva de una suerte de imitación física del sufrimiento ajeno con el fin de evocar idénticas sensaciones en uno mismo y es por ello, por lo que se ocupó de buscar una palabra distinta a simpatía, ya que podemos sentir simpatía por la situación general en que se halla una persona sin necesidad, en cambio, por empatía se trata de compartir sus sentimientos.
A continuación un vídeo donde se representan una serie de actitudes y emociones que al principio son antipáticas pero después cuando se observa con una mirada diferente podemos aprender a ser empáticos en la relación con las personas.
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