La ternura es lo opuesto de la violencia, implica el cuidado amoroso de quien te necesita: la dulzura actúa como un sistema defensivo contra la agresión y el irrespeto.
Hay ocasiones en que, por carencia o fatalidad, tu pareja pasa a un primer plano y tu "yo" da un paso atrás. En esos momentos, la democracia se rompe, no por la fuerza de un amor impositivo, sino por el desequilibrio que genera la compasión frente al sufrimiento de la persona amada; doy más de lo que recibo.
Cuando amamos de verdad, preferimos sufrir nosotros que ver sufrir al ser amado; ocuparíamos su lugar gustosos si pudiéramos hacerlo. Ser para uno y ser para el otro, tener las dos opciones disponibles para actuar según lo demande el caso.
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