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sábado, 26 de marzo de 2011

Metafora El Caminante

Un caminante muy creyente en Dios se encontró dentro de un bosque con un zorro mutilado tirado en el suelo. No tenía ninguna de sus extremidades, con una mirada tierna y angustiante. Convertido en queja y hambre. Se preguntó como haría Dios para mantener vivo al zorro y sacarlo adelante en la vida.

Entonces oyó ruido de ramas y vio que se acercaba un tigre con un trozo de carne entre las fauces. El tigre se acercó al zorro comió y luego dio de comer al zorro.
Entendió el caminante cómo Dios mantenía vivo al zorro y que era una respuesta a su pregunta que venía del cielo. Esperó dos y tres días para asegurarse. Y todos los días llegaba el tigre y alimentaba al zorro.
Y esto convenció al caminante que Dios salva la vida a las criaturas especialmente –pensó el caminante- a quienes tienen fe en ello.
Entonces cortó ramas, juntó piedras e hizo un refugio en el bosque para ponerse a esperar que a él le hicieran los favores que se le habían concedido al zorro mutilado. Esperó pacientemente una semana, dos semanas, y pensaba que quizás vendrían tigres voladores de los cielos con comida, alimentos y toda clase de cosas para curar la tristeza y depresión. Sin embargo llegó la tercera semana y el tiempo seguía pasando y nada ocurría. En el cielo solo había nubes y viento.

Debilitado por el hambre y la sed al término de la cuarta semana escucho en sueños una voz que le decía: “Abre tus oídos y escucha la voz de Dios. Te has equivocado en tu interpretación de las señales de vida y ayuda. De lo que viste en el bosque no entendiste nada. Deja de imitar al zorro y sigue el ejemplo del tigre y lo tendrás todo en la vida. Imita al tigre. Y me verás caminando junto a ti adonde quiera que vayas”.

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