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Esta es una carta que recibí de un amor que fue y no pudo ser. Ahora quiero compartirla después de varios años de tenerla guardada. |
Mientras el humo de un cigarrillo, se diseminaba por la habitación, insistía en el tiempo, dejando que tu aroma me perturbara como si tu misteriosa existencia quedara inconclusa a través de un impredecible secreto.
Recorría en medio de esta noche todas las palabras que no dijimos, y todo lo que pudimos decir, sintiéndonos en un sonido grave, del agua que se desborda para llegar a su cauce, quieta, interminable, para volver aquí con los ruidos, con las luces, con la gente, con lo que siempre se hace sin saber porqué, y necesitaba decirte una vez más....
Aunque todo vuelva al silencio, donde el tiempo no dice nada, donde vuelves al laberinto buscando las respuestas, las salidas a un mundo que crees conocer y no conoces, sin saber nada hasta que descubres que estas ahí con la marea alta atrapándote siempre tratando de decir, siempre buscando la certeza de lo inconcluso, mientras la llama de la vela se apagaba y puedes volver a encender, con dádivas, con acertijos, con la vida de alguna manera no especificada, con la mitad de lo cierto, con la complejidad de una flecha certera en el corazón que se resiste cuando uno cree que ha olvidado sentir en este rápido espacio de prisa.
Los pensamientos, los instantes dejan de ser pequeños y se vuelven eternos para dedicarte mis expresiones en tus largos silencios, que puedo percibir, aunque la razón me devuelva a lo correcto, diciéndome que no es cierto, porque el agua se desbordará siempre y quedaré sumida en lo que de alguna manera no fue silencio, sino el sentimiento de un espacio de tiempo intacto en tu reflejo, dejando que la vida nos diga si volveremos a encontrar lo que nunca perderemos, en alguna calle tal vez o en nuestras impredecibles locuras de sonados y sentidos silencios.....
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